Son tan importantes para unos y para otras que son causa de complejos por grandes o por pequeñas, por caídas o levantadas, porque miran a Cuenca o hacia dentro…, y de miles de operaciones para modificarlas, porque como le escuché una vez a un cirujano estético, ninguna mujer está conforme con sus pechos.
Y cuando dejan de hablar (las tetas), se produce un impacto tan brutal que lleva a pensar que se ha perdido todo el encanto de la feminidad y que una ya no es una ni siquiera media.
Una compañera de rehabilitación me contaba el otro día lo que sintió al mirarse en el espejo por primera vez, después de que la operasen para quitarle un pecho. “Es como arrancarle la armonía al cuerpo, que te falta lo esencial para seguir siendo mujer y que no le vas a gustar igual a tu hombre. Es como si ya no fueras tú”.
Lo que ahora espera es la cirugía reparadora que le devuelva unas tetas parlanchinas parecidas a las que tenía y que eran, además, tan aficionadas a los buenos escotes. Mientras, se recupera delshock mirando siempre hacia adelante.
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